viernes, 25 de enero de 2008

Bruguera

Disminuye superficie de cultivo con TLCAN

Por José Luis Pinedo Fernández*

Alberto Cárdenas Jiménez, titular de la Sagarpa, ha sido rechazado como interlocutor por los partidos políticos y diputados de oposición, así como por organizaciones campesinas y de productores.
Los motivos centrales de tal repudio son su tajante negativa, por orden directa de Los Pinos, de sondear siquiera la posibilidad de renegociar el capítulo agropecuario del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y su monótono discurso sobre los supuestos “beneficios” generados por el mismo pacto en igual renglón.

En una injuriosa intervención del miércoles, repitió la negativa y monotonía en su especie de comparecencia ante la Tercera Comisión de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, acompañado casi en exclusiva por legisladores de su propio partido, el PAN, y dijo que “es innecesaria” la renegociación, pues lo mejor que se puede hacer es “meternos exclusivamente producto por producto”.

Pues bien, ya que propone hacer una revisión producto por producto, bien vale la pena aprovechar el compendio estadístico de la Cámara de Diputados, con base en cifras de Los Pinos y la Sagarpa, para conocer cómo el TLCAN ha “beneficiado” a productores y consumidores a lo largo de su vigencia.

El primer balance arroja el siguiente resultado: la superficie sembrada en el país reportó un decremento (1995-2007) de 12.6 por ciento; la superficie cosechada cayó 10 por ciento; el rendimiento por hectárea aumentó 28 por ciento; la producción de los principales cultivos de granos y oleaginosas creció 25.3 por ciento y la importación 114 por ciento, mientras la exportación se redujo 31 por ciento.

La tesis de Cárdenas Jiménez, por llamarle de alguna manera, es la misma del inquilino de Los Pinos, aunque éste va más allá al decir que “los países de la región compran hoy a agricultores mexicanos casi cinco veces más que en 1994”.

Eso dice, pero ya en el detalle, la estadística de la Cámara de Diputados confirma que una cosa es el discurso y otra muy distinta la realidad.

Para el caso del maíz, cuyo mercado quedó liberado al 100 por ciento desde el primer segundo del presente año, de 1995 a 2007 la producción nacional de este grano básico en la dieta de los mexicanos se incrementó 29.7 por ciento, mientras la importación creció 185 por ciento.

En 1995, el 87.3 por ciento del consumo aparente de maíz en México se cubrió con producción nacional; en 2007 esa proporción cayó a 75 por ciento. En el periodo, la superficie sembrada de maíz se redujo 10.7 por ciento y la superficie cosechada por ciento, aunque el rendimiento creció 30 por ciento.

Y lo mismo podríamos decir del frijol, arroz, trigo, así como otros granos y oleaginosas, como la soya, sorgo, cebada y semilla de algodón, que reportan importaciones crecientes y producción nacional a la baja.
De hecho, una de las gráficas de la Cámara de Diputados deja en claro que la importación de productos agropecuarios fue notoriamente descendente de 1980 a 1993, y a partir de 1994, que entró en vigor el TLCAN, la tendencia cambió drásticamente de rumbo para un alza sostenida, especialmente las de maíz.

*jlpinedo@yahoo.com.mx

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