sábado, 3 de noviembre de 2007

Tepeapulco, honra a sus muertos desde hace 2 mil años

Tepeapulco corresponde a la época de mayor esplendor de la cultura teotihuacana y podemos fecharla entre el año 200 y 500 después de Cristo. En la zona arqueológica, hay una pirámide llamada “El Tecolote” que sirve de eje a una amplia avenida, semejante a la “Calzada de los Muertos”, de Teotihuacan.

Desde esa época, Tepeapulco constituyó el ritual en que se realizaba el culto a los muertos. En primer lugar, el Miccailhuitontli o Fiesta de los Muertecitos, que se conmemoraba en el noveno mes, donde se recordaba a los niños muertos. También se realizaban otros rituales dedicados al dios Huitzilopochtli, donde se le ofrendaban flores, incienso y comida. La segunda celebración se conocía como la Gran Fiesta de los Muertos, Hueymihcailhuitl, que se realizaba en el décimo mes.

Más tarde, durante la colonia, se erigió el Convento de San Francisco, el más antiguo del estado de Hidalgo y uno de los primeros de La Nueva España, construido entre 1528 y 1530 por Fray Andrés de Olmos. Aquí vivió Fray Bernardino de Sahagún e inició su monumental “Historia General de las Cosas de la Nueva España”. El templo contiene algunos vestigios de tributo a los muertos.

Después de la Conquista, las celebraciones prehispánicas del mes de agosto se comenzaron a realizar en los primeros días de noviembre, el Día de Todos los Santos, con ofrendas para los niños muertos, y el siguiente día para los difuntos adultos, aparentando así el festejo de las celebraciones cristianas inculcadas por los españoles.

Entre otras fuentes, así lo refieren el maestro, escritor y filósofo, Miguel León-Portilla, en “El problema de la supervivencia en el más allá, en la filosofía náhuatl”, inspirado en 1979, y Leticia Salazar Cárdenas en “El culto a los muertos en la época prehispánica”, en 1991.

En la actualidad, durante los festejos del 1 y 2 de noviembre, en Tepeapulco se preserva el legado histórico milenario de la celebración del Día de Muertos.

Diversas instituciones de educación básica, media y superior de Tepeapulco, participan en la elaboración de altares dedicados a los difuntos, bajo el modelo de antaño.

En estas fechas, los muertos ocupan un lugar muy especial en la memoria de sus familiares, y no será hasta el siguiente año cuando nuevamente tengan que ser homenajeados.

En Tepeapulco la gente se ríe de la muerte, juega con ella, se festeja, la celebra y, sobre todo, en ciertos casos, hasta se adora y se le reviste de culto y santidad.
Se estima que durante la jornada del Día de Muertos, más de 15 mil personas visitaron los cementerios ubicados en este municipio.

Tepeapulco, comunidad con más de tres mil años de historia, no escapa a estas celebraciones y la tradición persiste ante el paso del tiempo.

Se estima que durante la jornada del Día de Muertos más de 15 mil personas visitaron los cementerios ubicados en este municipio.

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