TEPEAPULCO, Hgo.- (Noviembre 14, 2007) Al menos tres casos de Hepatitis Tipo A se han registrado en los últimos 15 días en este municipio.
Aunque la información es ajena a las autoridades municipales y de la Jurisdicción Sanitaria de Apan, los padres de los tres menos infectados abordaron a Agencia SPP para denunciar la demora oficial.
En los tres casos, los denunciantes no quisieron revelar públicamente sus identidades, pero precisaron que el Hospital Regional del Altiplano tiene conocimiento de la propagación en sus hijos con el virus de Hepatitis A, “por lo que el no es desconocido el tema para los médicos”.
Los molestos padres acusaron la negligencia con la que actúan las autoridades, ya que “desde el primer caso se debió haber atendido el problema y evitar más inoculaciones. La verdad es que no sabemos donde fueron contagiados nuestros hijos. Y lo más grave es que no sabemos cuántos niños más ya están infectados y nadie sabe nada”, puntualizaron.
Manuel Solis Bonilla, jefe jurisdiccional de la Secretaría de Salud en Apan, eludió a representantes de medios de comunicación. A pesar de que los reporteros se percataron de la presencia del director Sanitario en su oficina, no se autorizó el acceso. “No se encuentra”, fue la única respuesta con la que se despachó a los medios.
En febrero de 2006, se presentó un caso similar en la cabecera municipal de Almoloya. Un menor de la Escuela Primaria “Gonzalo G. Agís” fue infectado con el virus de Hepatitis A.
En unas cuantas semanas, la infección viral ganó terreno entre otros niños de la institución y se expandió al Jardín de Niños. Las autoridades escolares informaron que el número de contagios llegó a cien. La Jurisdicción Sanitaria de Apan reconoció sólo 32 casos.
“La enfermedad es grave, puede ser mortal y es sumamente contagiosa, porque no hay cura. Ningún sistema de salud tiene la vacuna”, amagó la directora del Centro de Salud a la población y la orilló acudir a un sanatorio particular de Apan donde estaba a la venta la supuesta vacuna por casi 800 pesos. El sanatorio, ubicado en la Avenida Aldama, casualmente pertenecía a su esposo.
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