lunes, 5 de enero de 2009

Párroco de Tepeapulco pronuncia mensaje de paz

TEPEAPULCO, Hgo.- (Enero 5, 2009) El párroco de Tepeapulco, Mario Reyes Jiménez, dijo ayer en la ceremonia litúrgica dominical con la que arranca el 2009 que "la crisis pide a todos más sobriedad y solidaridad para ayudar especialmente a las personas y a las familias que atraviesan serias dificultades", en alusión al mensaje enviado por el papa Benedicto XVI a todas las congregaciones del mundo.


Al oficiar la solemne ceremonia de acción de gracias por el año finalizó y las primeras Vísperas de la Solemnidad de María Madre de Dios, el cura católico abordó también "la creciente crisis social y económica que ya afecta al mundo entero". La Virgen María y la presencia de Cristo fue el eje de la homilía que forma parte de los festejos religiosos inaugurados desde el primer minuto de enero en advocación a la imagen del Padre Jesús Peregrino.

Tras citar a Joseph Ratzinger, el sacerdote de la cabecera municipal lanzó palabras de aliento ante la grave coyuntura económica mundial. "Aunque en el horizonte se dibujan no pocas sombras sobre nuestro futuro, no debemos tener miedo, ya lo expresó el papa Benedicto XVI".

Entonces pronunció sujetarse a la "gran esperanza de los creyentes y de la vida eterna en la comunión de Cristo y de toda la familia del Señor, la cual da la fuerza para sortear y superar las dificultades".

El clérigo también puso énfasis en que "seamos capaces de responder a los desafíos que plantea la cultura moderna a la fe cristiana", una vez que la bendición eucarística fue dedicada a la fiesta de la maternidad divina de María.

Mario Reyes dio cuenta a que María Madre de Dios fue honrada desde la Antigüedad, pero la festividad de la maternidad divina fue introducida en Occidente por la iglesia latina por el papa Pío XI en 1931 y festejada el día 11 de octubre, hasta que en 1974 el sumo pontífice Pablo VI trasladó la fiesta al día 1 de enero y la relacionó con el Día Mundial de la Paz.

"El mensaje de Benedicto XVI para esta época marcada por la incertidumbre y la preocupación por el futuro, es la necesidad de experimentar la presencia viva de Cristo. Es María, Estrella de la Esperanza, la que nos lleva al Señor, con su amor maternal. Nos puede conducir a Jesús, especialmente a los jóvenes, que llevan en su corazón la irreprimible pregunta del significado de la existencia humana", destacó.

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